¿LE GUSTARÍA QUE SU HIJO VIVIESE EN EQUILIBRIO, TRANQUILO? CÓMO AYUDAR A SU HIJO PARA QUE APRENDA A RELAJARSE
En la actualidad es raro que dentro de su familia, o en su entorno, no conozca un caso de alguien que padezca o haya padecido ansiedad, de hecho los ansiolíticos se encuentran entre los medicamentos más recetados. Esto se debe al ritmo frenético al que nos hemos acostumbrado; vivimos en una sociedad en la que es habitual ir continuamente a contrarreloj, y a veces olvidamos que nuestro cuerpo también tiene unas necesidades que, si no cubrimos, nos pasan factura. Por eso es esencial que integremos la relajación en nuestra vida, y también en la de nuestros hijos, pues si lo interiorizan desde pequeños ya llevarán ese paso adelantado. ¿Quiere saber cómo puede ayudar a su hijo para que viva más relajado? Siga leyendo.
La relajación es fundamental para la salud, ya que nuestro cuerpo y nuestra mente necesitan momentos de descanso para funcionar correctamente. Dormir constituye un buen método para relajarse, por eso es fundamental dedicar a esto un mínimo de seis u ocho horas al día (adulto), y los niños alrededor de diez. Sin embargo, muchas veces dormimos pero no descansamos, y esto se debe a que nos acostamos arrastrando el mismo estrés que hemos cargado durante el día. El insomnio es un problema recurrente en niños, adolescentes y adultos, por eso es fundamental dedicar por lo menos un pequeño ratito al día a relajarnos, desconectar, para crear un estado de relax que nos permita disfrutar el descanso. Este proceso debe comenzar en usted, ya que su hijo le observa e imita sus comportamientos, es su referente, por lo que si quiere que su hijo viva lo más alejado posible del estrés y demás problemas que de él se derivan, es esencial que empiece a integrar la relajación en su vida, para que su hijo también lo haga. A continuación le propongo un modo de hacerlo.
El primer paso es relajar la mente, y para ello le propongo las siguientes opciones:
■ Imaginar un paisaje o una fotografía que le resulte relajante; por ejemplo, puede visualizar que está tumbado en la orilla de la playa, el viento le acaricia suavemente y escucha el leve susurro de las olas cuando llegan hasta la orilla, mientras siente cómo la calma y la tranquilidad que se desprende de ese paisaje lo inundan todo, y cómo allí se siente libre de toda tensión, de toda preocupación, y su misión es simplemente la de disfrutar de ese entorno.
■ Puede imaginar una pared blanca o de un color suave en la que, muy lentamente, se va escribiendo la palabra “Calma”, y centrarse en cómo va apareciendo dicha palabra y cómo le embriaga esa misma sensación.
■ Escribir en un papel las preocupaciones del día (quizá la de su hijo sea que en el cole ha peleado con un amigo, y la suya que ha tenido bronca con el jefe), cada uno en su papel, arrugarlo y tirarlo a una papelera o cesto, dedicado únicamente a esta actividad. Se trata de una papelera a la que pueden llamar como quieran (por ejemplo, el rincón Out, por aquello de que deja fuera la preocupación), cuya misión es ser el recipiente en el que depositen un rato las preocupaciones, para tener su momento de relajación.
Y, una vez que la mente se encuentre más descansada, se empieza a relajar el cuerpo. Existen muchas técnicas, yo le planteo la siguiente:
■ Cerrar los ojos e ir tensando y destensando cada parte del cuerpo, para diferenciar así la sensación de tensión de la sensación de relajación. Es bueno seguir un orden, para asegurar que se relajen todas las partes del cuerpo. Para los más pequeños es muy adecuado el procedimiento de relajación muscular de Koeppen, que sigue estos mismos pasos buscando similitudes con cosas que les puedan resultar fáciles de imaginar a los niños (por ejemplo, imagina que aprietas un limón con la mano para sacarle el zumo, ahora eres un gato perezoso y te estás estirando…).
Si hemos empleado la técnica de la papelera para dejar las preocupaciones fuera, una vez terminada la relajación completa pueden volver a recoger el papel, en caso de que lo crean conveniente, y buscar la manera de solucionarlo, y si realmente era una preocupación que carecía de importancia pueden dejarla ahí. Si su hijo decide recoger el problema, usted puede acompañarlo en el proceso de solucionarlo, pero siempre dejando que él sea quien halle la respuesta, para fomentar que, poco a poco, vaya adquiriendo una mayor autonomía.
Para ello puede servirse de preguntas del tipo: ¿Qué ha ocurrido para que sucediera este problema? ¿Cómo te has sentido? ¿Cómo crees que se ha sentido el otro? ¿Qué necesitarías para sentirte mejor? Si le pasara a tu héroe favorito, ¿qué crees que haría para solucionarlo?…
Simplemente con dedicar 5 ó 10 minutos al día a incluir la relajación en sus vidas ya notarán los beneficios. Como afirma la cita latina: “Mens sana in corpore sano”, o lo que es lo mismo, el equilibrio y la armonía se consiguen con una mente y un cuerpo sano.
Enlaces recomendados: http://www.cinteco.com/pacientes/material_recomendado/relajacion_ninos/
Equipo Pequeños Pensadores