Aprender a comunicar el enfado Comunicación no violenta
La emoción de enfado produce una energía a nuestro cuerpo que nos avisa de que algo está pasando; cuando esto ocurre normalmente nos advierte de una necesidad que no estamos cubriendo. Ante esta emoción tenemos tres opciones: expresar lo que nos pasa, reprimirlo o negarlo. ¿Cuál de estas tres es la que usted suele utilizar? ¿Y su hijo? ¿Consigue cubrir esa necesidad con su actitud? Conseguir sacar a la luz el mensaje que quiero trasmitir cuando me encuentro enfadado no es una tarea fácil, pues muchas veces esta emoción se apodera de nosotros y actuamos de una manera nada adecuada para conseguir cubrir lo que esta emoción nos está pidiendo que cubramos. Para conseguir comunicar nuestro enfado y enseñar a nuestros hijos a que también lo hagan de una manera adecuada y fructífera, es necesario saber manejar algunas herramientas básicas que podrá descubrir en esta receta.
Cuando nos sentimos enfadados y nos dejamos llevar, normalmente comunicamos de una manera que no conseguimos hacer que la otra persona nos escuche y comprenda cuál es el mensaje que queremos transmitirle. En la mayoría de las ocasiones, la actitud es la de criticar al otro en lugar de decir lo que pienso y necesito. Para conseguir mantener una correcta comunicación ante el enfado y sentirse mucho mejor deberá empezar a practicar los siguientes pasos. Una vez que usted consiga manejarlos de manera satisfactoria, estará preparado para guiar y dar ejemplo a su hijo, para que éste también lo haga.
■ Lo primero es reconocer la emoción: ¿dónde se localiza su enfado, en qué parte del cuerpo? ¿Cambia su postura corporal? ¿Su expresión facial? ¿Dónde se localizan las principales tensiones? Conocer nuestra fisiología ante nuestro enfado nos dará una pista importante para comenzar a gestionarlo; por ejemplo, si cuando se enfada tiende a apretar sus dientes y tensar sus hombros, cuando note estos comportamientos de su cuerpo deténgase a averiguar qué es lo que está sintiendo.
■ En segundo lugar está reconocer nuestro dialogo interno: ¿qué se dice cuando está enfadado? Por ejemplo, si usted es una persona a la que le gusta el orden y llega a casa después de un largo día de trabajo y se encuentra algo de ropa tirada por el suelo y utensilios de cocina sin fregar, ¿qué se dice a sí mismo? En este ejemplo los pensamientos podrían ser: “no me respetan”, “es inadmisible que llegue tan tarde y me encuentre todo así de desordenado”, “siempre la misma historia”, “no puedo más”…¿es real todo eso que está pasando por su cabeza? Cuando sentimos enfado tendemos a enfocar nuestros pensamientos en la gente de fuera, sin pensar en nosotros. En este ejemplo, si nos centramos en la persona sus pensamientos podrían ser: “estoy muy cansada, me gusta ver la casa ordenada y necesito que me ayuden con ello”; pensar en qué es lo que no obtiene y necesita en el momento de su enfado le ayudara a poner el foco de sus pensamientos en usted y no en los demás.
■ El último paso es realizar la petición a la otra persona, pedirle que me ayude a cubrir esa necesidad que está siendo desatendida. Sin el proceso anterior (de poner el foco en uno mismo) probablemente se dejaría llevar y no diría las cosas de la manera más adecuada para conseguir satisfacer su necesidad, por ello es importante automatizar este seguimiento cuando se encuentre enfadado, para conseguir comunicar de manera adecuada y no sentir la incomodidad que produce la emoción del enfado.
Otra situación que deberá manejar para ayudar a que su hijo aprenda a comunicar de manera adecuada su enfado se plantea cuando es la otra persona la que se encuentra enfadada y está actuando con gritos, insultos y otros signos de violencia. En este momento, ¿qué emoción comienza a sentir usted? Es muy probable que también comience a sentirse enfadado, pues no le gusta que le digan las cosas de esas manera y no consigue entender qué es lo que la otra persona quiere y necesita, por lo que el enfado del otro lo termina convirtiendo en el suyo propio, pero ¿es realmente el enfado de la otra persona su enfado? ¿Qué consigue actuando de la misma manera que actúa el otro? ¿Está cubriendo sus necesidades y las de la otra persona? Ante estas situaciones es muy importante que sepa disociarse del enfado del otro, que sepa reconocer que el motivo de enfado de la otra persona no es el suyo. Cuando el otro haya soltado todo lo que tenía que soltar y se encuentre algo más relajado es el momento de intentar descubrir qué es lo que necesita. Por ejemplo un niño que grita y patalea cuando se le dice que tiene que ir a recoger sus juguetes quizás no sepa expresar su necesidad de terminar la actividad que está haciendo y esto le cree tal frustración que le produzca enfado. En este caso, cuando el niño esté más calmado sería conveniente que se le preguntara por qué se ha sentido tan enfadado y qué era lo que necesitaba; cuando el niño consiga explicárselo puede preguntarle de qué otra manera podría haber actuado para conseguir lo que necesitaba.
Equipo Pequeños Pensadores.