La experiencia de éxito merecido vs. Indefensión aprendida
Nuestras conductas están influidas por las experiencias pasadas, es decir, en función de lo que me ocurrió en una situación similar, así actuaré. A los niños les sucede exactamente lo mismo con la diferencia de que, por su corta edad, todavía no han vivido las suficientes experiencias como para contrastar de manera efectiva.
Por ello es muy importante que el niño ―desde bien pequeño― comience a aprender las consecuencias que tienen sus acciones y cómo haciendo cambios en su propia conducta también obtiene resultados diferentes. Intentar las cosas por ensayo y error es la mejor manera para aprender. A continuación encontrará diferentes estrategias para evitar que el niño caiga en la llamada indefensión aprendida y se esfuerce por obtener el éxito que merece.
Cuando una persona se enfrenta a una situación que le produce angustia y a pesar de intentar escapar no lo consigue, termina por pensar que por más que se esfuerce el resultado va a ser siempre el mismo y deja de buscar alternativas para aliviar esa angustia. Esto es algo que ocurre con frecuencia en personas pesimistas, ¿cómo se plantea usted los retos que le marcan en el trabajo? ¿Intenta las cosas hasta conseguirlas o enseguida termina tirando la toalla y dejando los resultados al azar? Todos estos comportamientos de los padres serán imitados por los hijos, con el peligro de que, como decíamos antes, al no tener la suficiente experiencia para contrastar lo que les ocurre terminarán por no buscar opciones y rendirse mucho antes de tiempo. ¿Qué mensaje le trasmite a su hijo cuando realiza una tarea y tiene dificultades para terminarla? ¿Son mensajes optimistas? ¿Son realistas? ¿Ayudan al niño a buscar distintas estrategias para resolver el problema? En situaciones complejas es muy importante el uso de mensajes motivadores y optimistas para el niño, como: “sé que lo harás muy bien, “confío en ti”, “tú puedes”…pero no son suficientes, pues se encuentra en periodo de aprendizaje y en muchas situaciones que le resultan difíciles necesita un guía que lo ayude a encontrar soluciones, usando las preguntas adecuadas para que consiga descubrir todas las opciones que tiene para resolver el problema o la dificultad; es decir, su misión será la de empoderarlo pero también guiarlo (mediante preguntas) a que halle sus propias respuestas.
Desde muy pequeños los niños se encuentran ante diferentes retos que tienen que ir superando: desde aprender a andar hasta cuando llegan a la escuela con las diferentes materias escolares. Caerse y equivocarse formará parte de su aprendizaje y ahí está el papel fundamental del adulto, ayudarlo a que sea consciente de todo lo que es capaz de hacer y evitar que se frustre cuando no logre realizar con éxito las actividades en los primeros intentos, pues apenas habrá cosas que, sin saber hacerlas, las consiga a la primera; hay que ir reforzando los pequeños acercamientos al resultado final.
Un niño, desde que nace, relaciona sus actos con lo que quiere conseguir. Si, por ejemplo, un bebé llora porque quiere ser tomado y el padre ignora esta llamada, poco a poco ese niño irá aprendiendo que da igual lo que haga, que no va a conseguir lo que desea. ¿Cómo puede enseñar a su hijo cuáles son las acciones que tiene que hacer para conseguir los resultados que desea? Ignorarlo no es la solución, pues cuando el niño ya comienza a razonar se le pueden dar las explicaciones adecuadas y claras de lo que queremos que haga y de cuáles son sus límites, para que el niño sepa qué es lo que puede hacer y lo que no, y conseguir así el resultado que espera.
Por otro lado, todas las personas tienen la necesidad de experimentar lo que se llama el éxito merecido, ya que ver que los esfuerzos son recompensados produce una motivación extra para seguir esforzándose en situaciones futuras que requieran trabajo y constancia. Reforzar las conductas adecuadas del niño ―valorando su esfuerzo y dedicación― hará que se encuentre dispuesto a seguir trabajando y esforzándose, pues aprenderá que al trabajo le sigue algo que le hace sentir bien, que sus esfuerzos son reconocidos. Entonces, ¿todas las conductas requieren una gratificación? ¿Qué ocurrirá si premio sin ningún criterio todo lo que vaya haciendo el niño? Las recompensas solo deben ir tras los comportamientos que requieren un esfuerzo para el niño, de lo contrario no aprenderá la asociación y creerá que todas sus acciones merecen un premio, lo que le generará una elevada frustración cuando no reciba ese premio.
El niño aprenderá también a esforzarse por imitación, si él ve que sus padres realizan acciones que les suponen un esfuerzo y que, cuando lo consiguen, lo celebran y se sienten satisfechos, él también querrá sentir esa sensación e imitará ese esfuerzo en situaciones que le planteen un reto.
Equipo Pequeños Pensadores