Las peleas entre hermanos ¿Hermanos o rivales?
Es muy habitual que los hermanos se peguen y chinchen, llegando a poner a prueba la paciencia de los padres. Incluso a veces, hay padres que llegan a dudar si realmente se quieren, algo que puede parecer si filtramos sólo sus comportamientos negativos, omitiendo que son tan bien amigos, confidentes y alidados en otras ocasiones. ¿Qué hay debajo de las peleas entre hermanos?, ¿hay formas de hacerlas disminuir?
El vínculo entre hermanos suele tener en la infancia siempre dos caras; aliado – enemigo, rival – confidente, compañero – oponente. Hay estudiosos que ven la fraternidad como un campo de pruebas magnífico para la vida adulta.
Uno de los principales aprendizajes que aporta un hermano es la necesidad de compartir las cosas, y lo que es más importante, compartir la atención y el amor de los padres. Cuando un niño tiene hermanos sabe que no es el centro del universo, fruto de esa conciencia aparecen otros aprendizajes colaterales: entender el punto de vista de otros, saber esperar su turno, comunicarse de forma empática, hacer concesiones, negociar y gestionar las emociones, especialmente las de rabia. Cuando la rabia toma su mayor expresión es cuado llegan a las manos, y aun sabiendo que la violencia no es forma de solucionar nada como padres, ellos deben de descubrir esa misma certeza por si mismos, por eso con el paso de los años, los hermanos van encontrando otras formas de gestionar sus confrontaciones más efectivas.
Si analizamos las razones por las que los hermanos se pelean encontraremos una gran variedad; diversión, atención, poner límites, herir o demostrar quién tiene el control. Estas razones pueden llevar a peleas, que además de ser incómodas en el contexto familiar, sirve a sus contrincantes para autoconocerse mejor y descubrir sus propios límites y habilidades, es decir, las peleas son normales. La cuestión, es lo que los adultos decidimos hacer cuando los hermanos pelean, es en este punto donde radica la diferencia entre que el aprendizaje sea positivo para el niño o no.
¿Qué puedes hacer cuanto tus hijos pelean?
- Según el grado del conflicto se aconseja un comportamiento u otro:
- Si es una discusión civilizada, NO TE METAS, si es posible ignórales y sal de la habitación, para que tu atención no avive el conflicto.
- Si es de nivel medio, pero aun se puede llega a entendimiento, invítales a que expresen el punto de vista de cada uno, y manifiesta la confianza que tienes que ambos de que llegarán a la mejor opción para los dos, y vete del lugar si es posible.
- Si te piden ayuda, limítate a recordar las normas a modo informativo, sin dar la razón a ninguno, después expresa tu confianza en que llegarán a un acuerdo. Depués déjales solos.
- Y si finalmente la situación llega a mayores, describe el comportamiento incorrecto “estais gritando, sin escucharos y a punto de pegaros” y da una instrucción clara y breve “id cada uno a vuestra habitación a tranquilizaros hasta que podais escucharos y arreglarlo”
¿Se pueden prevenir?
Hay ciertos hábitos que nos permiten adelantarnos a los conflicos como por ejemplo:
- Establecer normas claras en los temas habituales de conflicto: juguetes, bajar la basura, recoger la mesa, etc.
- Que todos tengan claras y comprendan las prohibiciones: “me defiendo hablando y no pegando” y sus consecuencias “el que pega está castigado sin salir al parque esa tarde”.
- No trates a tus hijos igual, necesitan un trato único y especial, por ejemplo como cita Adele Faber en su libro ¡Jo, siempre él! Soluciones a los celos infantiles:
En lugar de darles la misma cantidad: Ya tienes exactamente la mismas uvas que tu hermana Dales en función de la necesidad de cada uno: ¿Quieres unas pocas uvas o un racimo grande?
En vez de manifestar el mismo cariño por cada uno: Te quiero igual que a tu hermana. Mostrar al niño/a un cariño único y especial: No hay ningún niño como tú en todo el mundo. Nadie puede ocupar tu lugar en mi corazón
En lugar de dedicarles el mismo tiempo: “Le he dedicado diez minutos a tu hermana, y ahora te dedico a ti otros diez”, dedícales tiempo en función de sus necesidades:
Ya sé que llevo un buen rato corrigiendo la redacción de tu hermana. Es importante para ella. En cuanto haya terminado, quiero que me cuentes eso tan importante.
- No los compares entre ellos, cada uno es como es. Podemos caer en crear ese ser ideal -inexistente- con el que siempre nos comparan, y que por supuesto evidencia todas nuestras “insuficiencias”, y a quien acaba siendo casi imposible no detestar por ser tu “yo ideal”.
- Asegúrate de que cada uno de tus hijos pasan un tiempo solos contigo a la semana. En ese rato no hables de los otros
- No encasilles a tus hijos por el puesto que ocupan en la familia, los privilegios y responsabilidades son por ser quienes son, no por el lugar que ocupan. Y sobre todo no eches la culpa al mayor por ser el mayor pues es una carga excesiva que el pequeño puede acabar usando a su conveniencia.
- Favorece que los hermanos verbalicen en alto lo que admiran de sus hermanos.
- Se moderador, no juez , puedes equivocarte y acrecentar el enfado del otro.
- No fuerces a que hagan las paces, si no es de corazón, pues se dará algo por cerrado que no lo está. Es preferible que manifiesten su emoción en alto y la mantengan el tiempo que necesiten hasta gestionarla.
- No premies el que se chiven de su hermano, solo acrecentarás la rivalidad.
- No uses etiquetas del tipo: travieso, malo, pegón, pues acaban creyendo que es parte de su identidad y actúan en consecuencia.
Coach Infanto Juvenil y Familiar