CÓMO AYUDAR A SU HIJO A IDENTIFICAR Y GESTIONAR LA TRISTEZA EN UNA SITUACIÓN DE DUELO
Las emociones son uno de los mayores regalos que tenemos, ya que son como una especie de “alarma” que nos indica que alguna necesidad en nosotros no está cubierta, es decir, nos piden que actuemos. De todas las emociones quizá la tristeza sea la más incómoda, pues es una emoción que la mayoría queremos alejar lo antes posible. La tristeza señala una pérdida (ya sea personal o material), y lo único que se puede hacer es aceptarla, enfrentar ese dolor. Cuando fallece un ser querido, los adultos tenemos ciertos recursos para gestionar la situación; sin embargo, los niños se hayan en una situación mucho más vulnerable. El mayor reto que presentan los niños en este aspecto es que puede que no sepan manifestar concretamente qué les sucede, y adopten una actitud que identifiquemos con rebeldía o enfado antes que con tristeza. ¿Le gustaría saber cómo puede ayudar a su hijo a identificar y gestionar la tristeza? Siga leyendo.
Es importante que el niño conozca el fallecimiento lo antes posible, con palabras sinceras y sencillas, y a continuación puede preguntarle ¿Cómo te sientes? E incluso, si no puede expresarlo con palabras, puede pedirle que lo dibuje. Debe tener en cuenta que los niños, entre los cuatro y seis años aproximadamente, atraviesan una etapa en la que se sienten el centro del universo y están muy vinculados al “pensamiento mágico”, que más o menos consiste en que creen que lo que piensen se hará realidad, por lo que puede que el niño se sienta culpable de lo ocurrido y no sepa manifestarlo. Por ejemplo, quizá su padre le dijera el día anterior que recogiese los juguetes, y si esa noche fallece, el niño puede quedarse con la idea de que la tragedia ha ocurrido porque él no recogió sus juguetes. Que dibujen lo que sienten puede ser muy útil, pues quizá en un caso como este el niño se dibuje recogiendo la habitación, y puede preguntarle: ¿para qué estás recogiendo la habitación en este dibujo? Y la respuesta del niño sea “para que a papá no le pase nada”. Este primer paso es útil para identificar cómo se siente, pues solo sabiendo cómo se siente y cómo piensa podremos acompañarlo en el proceso, y retomando este mismo ejemplo, saberlo nos valdría para saber que debemos explicarle que él no tiene nada que ver en esto, que es algo que no depende de nadie y que forma parte de la vida.
Para que el niño comprenda mejor esto puede hablar con él sobre otros elementos de la vida cotidiana donde la muerte está presente, como es el caso de los animales de compañía. Y una vez que más o menos lo comprenda, y entienda que es normal sentirse así ante estas situaciones, puede preguntarle: ¿Te gustaría decirle algo a (la persona fallecida)? ¿Te gustaría que supiera algo? Y luego puede pedirle que escriba una carta o haga un dibujo de aquello que piensa y siente, para que así se desahogue y tenga algún modo de despedirse.
El proceso de duelo no es igual en todas las personas; es normal si el niño siente rabia o enfado por el hecho de que se siente abandonado, y puede manifestarlo de diversas formas: agresividad, travesuras, sueños agitados…e incluso puede que esta rabia la dirija hacia la persona que queda en su entorno y que consideran que hace el papel de la persona fallecida. Es bueno que si el niño siente rabia pueda descargarla, y por eso, tanto la carta escrita como el dibujo (depende de la edad) son una forma útil de volcar los pensamientos, emociones y sentimientos.
Para terminar, sobre todo le sugerimos que tenga paciencia, empatía y comprensión, que acompañe en el proceso a su hijo y, por supuesto, que sea consciente de su propio proceso, ya que su hijo, tarde o temprano, imitará sus pasos. Y para ello le propongo que se plantee (y le plantee a su hijo) preguntas como: ¿Qué siento? ¿En qué parte del cuerpo noto esa sensación? ¿Qué pensamientos se repiten una y otra vez? ¿Qué necesito para sentirme mejor? ¿Qué puedo hacer para conseguirlo? ¿Necesito acudir a alguien más?