CÓMO AYUDAR A SU HIJO A OBTENER EL MAYOR BENEFICIO DE SUS CURIOSIDADES
Actualmente vivimos en una sociedad en la que es usual pensar en el término “curioso” con un matiz peyorativo, como sinónimo de cotilla. Además, la sabiduría popular también ha aportado su granito de arena a que se tenga esta concepción de la palabra, por ejemplo, con refranes como “La curiosidad mató al gato”. Sin embargo, la curiosidad es un aspecto necesario para el desarrollo, por lo que es importante responder a las preguntas de su hijo con la atención que se merece. Aunque a usted le parezca obvio o trivial lo que le pregunta, su hijo necesita establecer sus propias conexiones, sus propias conjeturas, para adquirir una mayor experiencia y conocimiento del mundo en el que vive, y sentirse así más seguro. Si quiere saber cómo puede ayudar a que su hijo optimice su proceso de aprendizaje gracias a la curiosidad, siga leyendo.
Hay un aspecto esencial unido a la curiosidad, y es que evitemos la necesidad de responder a las preguntas cuya respuesta no sepamos con algo inventado; es preferible decir: “Pues ahora mismo la verdad que no lo sé, pero vamos a buscar juntos la respuesta y así lo aprendemos”. Es muy beneficioso que respondamos con sinceridad, que conlleva cierta vulnerabilidad, pues debemos recordar que somos los referentes de nuestros hijos, sus modelos a imitar, y con esta actitud les enviamos un mensaje que les será de gran alivio para el resto de su vida: el mensaje de que no pasa nada por no saber algo, que aunque desconozcan algo seguirán siendo maravillosos. Este mensaje los impulsa a la acción, los motiva a buscar la respuesta, y les hace saber que pueden permitirse equivocarse y que por ello su valía no cambia, lo que se traducirá en una mayor seguridad, disfrute y aceptación en ámbitos como el colegio, donde se ponen a prueba los conocimientos día a día.
No obstante, hay un paso previo a la búsqueda de la respuesta ante una curiosidad que puede ser todavía más útil, y es descubrirla mediante la reflexión. Hay épocas, sobre todo cuando el niño tiene alrededor de cinco años, en las que las preguntas son tantas, y tan seguidas que, por agotamiento, desistimos de responder o inventamos la respuesta. La clave para que esto sea un proceso mucho más llevadero puede estar en que no se trate de un diálogo pregunta-respuesta, maestro-aprendiz, sino convertir estas preguntas en una conversación en la que el niño también adquiera implicación en la respuesta. Por ejemplo, su hijo le pregunta para qué pone una tapa en la sartén, o se pone guantes para fregar, o por qué hace ruido el semáforo; lo normal es que respondamos rápidamente con una explicación, para zanjar el asunto y satisfacer su curiosidad, pero es mucho más beneficioso para él que primero le hagamos reflexionar, con preguntas tipo: ¿Para qué crees que pongo la tapa? ¿Para qué te pondrías tú guantes para fregar? ¿A quién le puede servir un semáforo que haga ruido cuando se pone en verde? Así él buscará opciones, desarrollará su creatividad y, sobre todo, su proceso de aprendizaje será más completo, ya que no ha sido un mero receptor, sino que ha participado activamente.
Ahora piense, cuando era pequeño y preguntaba curiosidades, ¿Cómo le respondían? ¿Cómo le hubiera gustado que lo hubieran hecho? ¿Cree que es útil este procedimiento?
Si su respuesta es que hubiera preferido que fomentasen su razonamiento y deducción, que hubieran retado a su mente con preguntas como éstas, le propongo que practique con su hijo de aquí en adelante. Además es idóneo aunar las dos fases de las que hemos hablado anteriormente: primero animarlo a averiguar él solo la respuesta, y después buscar juntos la solución. De esta manera su hijo sentirá la satisfacción de haber intentado solucionarlo (y en muchos casos el éxito de haberlo descubierto) y luego el proceso de aprendizaje será más significativo, ya que será una actividad conjunta, él tendrá un papel activo.
Todo lo que responda o haga por su hijo, tiene una mensaje implícito para el niño, “tú no puedes saberlo por ti mismo”, fomentando que vayan siempre a buscar la información fuera de sí mismos y su criterio. Responda con preguntas y su hijo irá forjando autonomía, proactividad y criterio propio.
Valeria Aragón
Coach Infantil y familiar