La Curiosidad Sexual en los niños
Somos seres sexuales, eso lo entendemos, lo sabemos y lo hemos experimentado una vez que somos padres, pero ¿qué sucede cuando los seres sexuales son nuestros hijos?
Hay padres que usan todo tipo de estrategias para evitar y camuflar el “tema”, ¿Qué estrategia podemos ofrecerles para hacer de este proceso natural de curiosidad sexual del niño algo natural?
La curiosidad es una de las emociones básicas del ser humano, está totalmente ligado al concepto de sorpresa, es decir, algo no esperado. Hemos de saber que todos nacemos con el instinto sexual, forma parte del instinto de supervivencia, ¿esto qué quiere decir? que hacemos cosas que sentimos que queremos hacer sin haber tenido una experiencia previa o aprendizaje, y los niños sienten curiosidad respecto a su sexo desde los 6 meses de edad; sólo buscan descubrir qué es eso que le genera placer.
Algunas sugerencias básicas a la hora de gestionar la curiosidad sexual en los niños:
Actitud de los padres:
¡Cuidado con generar/sentir vergüenza!: Evita las risas condescendientes, puedes avergonzar al niño, haciendo que no te vuelva a exteriorizar sus dudas. Si os sentís avergonzados al hablar de la sexualidad los niños entenderán que hay algo malo en ello. La vergüenza está relacionada con nuestro valor como personas, y cuando la sentimos es como si tuviéramos algo que esconder, y eso sucede generalmente porque en alguna ocasión nos han avergonzado desde fuera, no siendo tratados con amor. Cuando sentimos vergüenza, tenemos la sensación de que nuestro corazón se encoge, y lo que podemos hacer para superarla es que se tengan en cuenta y validen nuestras necesidades.
Evita evitar: Si la sexualidad es tratada como un tema tabú el niño entenderá que es algo malo.
Evita charlas magistrales: Explicar sin rodeos y con un leguaje adecuado a su edad será la forma más natural de hacerle llegar la nueva información.
Evita cuentos y apodos: Llamar a los sexos por su nombre (pene y vagina) es una buena opción, y explicar lo que sucede sin cuentos de semillitas, ni cigueñas será positivo para su propio desarrollo sexual.
La intimidad es necesaria para todos, o al menos es una elección personal: nuestras necesidades fisiológicas y sexuales no son malas, pero no por ello hacerlo en público es lo mejor, por eso es saludable que cuando los niños ya empiezan a tener cierta antonimia, tengan sus momento de intimidad tanto para el pipí, la caca o para sus momento de autodescubrimiento.
Ejemplo: Marta es una niña de poco más de cuatro años que sentada viendo la tele se tocaba de forma sexual, ella lo explicaba como “hacerse cosquillitas”. En aquella etapa había nacido el hermano pequeño, provocando en la niña cierta ansiedad por los cambios. Los padres decidieron no darle mayor importancia y sólo le dijeron a la niña que “las cosquillitas” era un acto íntimo que se hace solita. Lo padres decidieron no ir más allá en la explicación, Marta siguió haciéndolo unas semanas más y después paró.
En este caso Marta, tras la explicación de sus padres, no sintió que lo que hacia fuese malo, pero que sí requería de cierta intimidad.